El incendio del asentamiento de la carretera de las Peñas y la operación policial que ha destapado la explotación de más de 300 trabajadores migrantes no son hechos aislados. Son dos alertas que, en un mismo día, vuelven a señalar la realidad social que muchas personas viven en nuestra provincia: precariedad, desprotección y ausencia de oportunidades. Desde Llanero Solidario reflexionamos sobre lo ocurrido y reafirmamos nuestro compromiso con un Albacete más justo, digno y humano.
A veces, la actualidad nos coloca frente a un espejo que no podemos evitar. Este 4 de diciembre, Albacete vivió dos noticias que revelan una misma herida: la vulnerabilidad social de cientos de personas que, aunque invisibles para muchos, forman parte de la vida y del pulso económico de la provincia.
La primera sacudida llega con la desarticulación de una red de explotación laboral que habría sometido a más de 300 trabajadores migrantes a condiciones inhumanas en varias fincas agrícolas. Jornadas interminables, viviendas insalubres, transporte inseguro, salarios inexistentes: una cadena de vulneraciones que demuestra que la trata laboral sigue presente, incluso en un territorio que se percibe pacífico y cercano como el nuestro.
Horas después, otra noticia golpeó con la misma fuerza: con el incendio del asentamiento de la carretera de las Peñas, donde quedaron calcinadas más de dos decenas de chabolas. Allí, familias enteras perdieron lo poco que tenían. Vidas marcadas por la pobreza extrema, por la falta de alternativas habitacionales y por la ausencia de caminos reales hacia la integración. Los incendios en asentamientos no son accidentes aislados: son consecuencia de un problema estructural que arrastra años sin solución definitiva.
Trabajando en el margen
Ambos hechos tienen un hilo común: la fragilidad de las personas que viven en los márgenes. Personas que llegan buscando oportunidades y que encuentran, demasiadas veces, barreras, estigmas y circuitos informales donde la dignidad es lo primero que se pierde.
Desde Llanero Solidario trabajamos cada día precisamente para romper esa lógica.
Nos dedicamos a construir empleo digno, formación real y oportunidades que generan autonomía, no dependencia. Sabemos que la integración no se improvisa: se acompaña, se aprende, se trabaja y se cuida.
Lo ocurrido este 4 de diciembre no debe dejarnos indiferentes.
Nos recuerda que:
• La vivienda digna sigue siendo un derecho por defender.
• El trabajo justo es una obligación social, no una opción.
• La inclusión no puede esperar a que haya una tragedia.
• Y que Albacete solo será una tierra justa si nadie queda atrás.
Hoy más que nunca, reafirmamos nuestro compromiso: seguir al lado de quienes viven en situaciones de riesgo, seguir formando, acompañando y generando empleo, y seguir defendiendo un modelo de territorio donde nadie tenga que sobrevivir entre chabolas ni trabajar sin derechos.
Estas dos noticias no son un cierre. Son un punto de partida para mirar de frente lo que ocurre y trabajar, desde lo local, para transformarlo
